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sábado, 1 de mayo de 2010

Entrevista a un tuareg

Me han enviado esta entrevista, la verdad no se de que periódico o página web es. Os dejo con la presentación y la entrevista:
 Merece la pena leerla, a ver si el mundo (al menos el
mundo occidental) despierta de su letargo en la fantasia de "matrix" y
empieza a vivir de verdad...
Para pensar y aprender en este mundo vertiginoso en que vivimos . . .
Los tuareg son los nómadas del desierto.

MOUSSA AG ASSARID,

Foto: http://www.google.es/ (Es una foto de un tuareg, no precisamente el entrevistado)

No sé mi edad: nací en el desierto del Sahara, sin papeles...! Nací en un campamento nómada tuareg entre Tombuctú y Gao, al norte de Mali. He sido pastor de los camellos, cabras, corderos y vacas de mi padre. Hoy estudio Gestión en la Universidad Montpellier. Estoy soltero. Defiendo a los pastores tuareg. Soy musulmán, sin fanatismo.

 - ¡Qué turbante tan hermoso...!


 - Es una fina tela de algodón: permite tapar la cara en el desierto cuando se levanta arena, y a la vez seguir viendo y respirando a su través.


 - Es de un azul bellísimo...


 - A los tuareg nos llamaban los hombres azules por esto: la tela destiñe algo y nuestra piel toma tintes azulados...


 - ¿Cómo elaboran ese intenso azul añil?


 - Con una planta llamada índigo, mezclada con otros pigmentos naturales. El azul, para los tuareg, es el color del mundo.


 - ¿Por qué?


 - Es el color dominante: el del cielo, el techo de nuestra casa.


 - ¿Quiénes son los tuareg?


 - Tuareg significa "abandonados", porque somos un viejo pueblo nómada del desierto, solitario, orgulloso: "Señores del Desierto", nos llaman. Nuestra etnia es la amazigh (bereber), y nuestro alfabeto, el tifinagh.


 - ¿Cuántos son?


 - Unos tres millones, y la mayoría todavía nómadas. Pero la población decrece... "¡Hace falta que un pueblo desaparezca para que sepamos que existía!", denunciaba una vez un sabio: yo lucho por preservar este pueblo.


- ¿A qué se dedican?


- Pastoreamos rebaños de camellos, cabras, corderos, vacas y asnos en un reino de infinito y de silencio...


 - ¿De verdad tan silencioso es el desierto?


 - Si estás a solas en aquel silencio, oyes el latido de tu propio corazón. No hay mejor lugar para hallarse a uno mismo.


- ¿Qué recuerdos de su niñez en el desierto conserva con mayor nitidez?


- Me despierto con el sol. Ahí están las cabras de mi padre. Ellas nos dan leche y carne, nosotros las llevamos a donde hay agua y hierba... Así hizo mi bisabuelo, y mi abuelo, y mi padre... Y yo. ¡No había otra cosa en el mundo más que eso, y yo era muy feliz en él!


- ¿Sí? No parece muy estimulante...


- Mucho. A los siete años ya te dejan alejarte del campamento, para lo que te enseñan las cosas importantes: a olisquear el aire, escuchar, aguzar la vista, orientarte por el sol y las estrellas... Y a dejarte llevar por el camello, si te pierdes: te llevará a donde hay agua.


- Saber eso es valioso, sin duda...


- Allí todo es simple y profundo. Hay muy pocas cosas, ¡y cada una tiene enorme valor!


 - Entonces este mundo y aquél son muy diferentes, ¿no?


 - Allí, cada pequeña cosa proporciona felicidad. Cada roce es valioso. ¡Sentimos una enorme alegría por el simple hecho de tocarnos, de estar juntos! Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya es!


- ¿Qué es lo que más le chocó en su primer viaje a Europa?


- Vi correr a la gente por el aeropuerto.. .. ¡En el desierto sólo se corre si viene una tormenta de arena! Me asusté, claro...


- Sólo iban a buscar las maletas, ja, ja...


- Sí, era eso. También vi carteles de chicas desnudas: ¿por qué esa falta de respeto hacia la mujer?, me pregunté... Después, en el hotel Ibis, vi el primer grifo de mi vida: vi correr el agua... y sentí ganas de llorar.


- Qué abundancia, qué derroche, ¿no?


- ¡Todos los días de mi vida habían consistido en buscar agua! Cuando veo las fuentes de adorno aquí y allá, aún sigo sintiendo dentro un dolor tan inmenso...


- ¿Tanto como eso?


- Sí. A principios de los 90 hubo una gran sequía, murieron los animales, caímos enfermos.... Yo tendría unos doce años, y mi madre murió... ¡Ella lo era todo para mí! Me contaba historias y me enseñó a contarlas bien. Me enseñó a ser yo mismo.


- ¿Qué pasó con su familia?


- Convencí a mi padre de que me dejase ir a la escuela. Casi cada día yo caminaba quince kilómetros.. Hasta que el maestro me dejó una cama para dormir, y una señora me daba de comer al pasar ante su casa... Entendí: mi madre estaba ayudándome...


- ¿De dónde salió esa pasión por la escuela?


- De que un par de años antes había pasado por el campamento el rally París-Dakar, y a una periodista se le cayó un libro de la mochila. Lo recogí y se lo di. Me lo regaló y me habló de aquel libro: El Principito.
Y yo me prometí que un día sería capaz de leerlo...

- Y lo logró.


- Sí. Y así fue como logré una beca para estudiar en Francia.


- ¡Un tuareg en la universidad. ..!


- Ah, lo que más añoro aquí es la leche de camella... Y el fuego de leña. Y caminar descalzo sobre la arena cálida. Y las estrellas: allí las miramos cada noche, y cada estrella es distinta de otra, como es distinta cada cabra... Aquí, por la noche, miráis la tele.


- Sí..... ¿Qué es lo que peor le parece de aquí?


- Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. ¡En Francia se pasan la vida quejándose! Os encadenáis de por vida a un banco, y hay ansia de poseer, frenesí, prisa... En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué?
¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!


- Reláteme un momento de felicidad intensa en su lejano desierto.


- Es cada día, dos horas antes de la puesta del sol: baja el calor, y el frío no ha llegado, y hombres y animales regresan lentamente al campamento y sus perfiles se recortan en un cielo rosa, azul, rojo, amarillo, verde...


- Fascinante, desde luego...


- Es un momento mágico... Entramos todos en la tienda y hervimos té. Sentados, en silencio, escuchamos el hervor... La calma nos invade a todos: los latidos del corazón se acompasan al pot-pot del hervor...


- Qué paz...


- Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo.



Mientras lo leia me he acordado de Laila (Nago), así que dedicado =)

1 comentarios:

Avril dijo...

Maravilloso. Es super profundo...Quién iba a decir que esa persona era más feliz con poco que con más. Impresionante...Me ha gustado tnato que me preguntaba si te lo podría coger para colocarlo en mi blog:

www.vivirendubai.blogspot.com

(obviamente pondría de dónde lo he sacado)

Dame un toque plis :D

por cierto, voy a seguir tu blog.

 
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